Haití (primer país de América Latina que logró su independencia) lleva medio siglo recibiendo ayuda alimentaria.
De acuerdo a diversas agencias internacionales cerca de dos tercios de la población haitiana, es decir casi siete millones de personas, pasan hambre. Y alrededor de 1,5 millones, el doble que el año pasado, afrontan una “severa” o “aguda” inseguridad alimentaria.
La razón es estructural además de “los efectos perversos” de la asistencia alimentaria.
Y es que también el sector agrícola haitiano languidece desde hace mucho tiempo, ignorado por sucesivos gobiernos. La agricultura representa alrededor de 25% del producto interno bruto, y hasta hace poco daba empleo, directa o indirectamente, a más de dos tercios de la población.
Sin embargo, por varias décadas hubo muy poca inversión. El Ministerio de Agricultura recibe menos de 5% del presupuesto público y, hasta hace poco, el financiamiento externo de la ayuda alimentaria superaba, a veces en más del doble, lo destinado al desarrollo agrícola.
Otros problemas, como el inadecuado sistema de tenencia de tierras, la deforestación, la degradación ambiental y la falta de semillas, fertilizantes y caminos, juegan su parte en el colapso de la producción agrícola.
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